Artículo publicado en Jurídica, desarrollado por Luis Miguel Reyna Alfaro
Algunas reflexiones sobre su impacto en la enseñanza del derecho en general y la litigación oral en particular
Punto de partida: Los riesgos de la fake science en el plano de la enseñanza del derecho
Si has iniciado la lectura y te has sentido aludido -por considerarte a ti mismo como un “legal influencer” (o creador de contenidos jurídicos) o porque tienes como goal de vida ser uno de ellos- será mejor que abandones la lectura. Considerarte o buscar ser un legal influercers revela un sesgo que resulta incompatible con el propósito de esta breve nota: poner énfasis en los riesgos de una educación legal basada en slogans y mensajes superficiales.
La modernidad ha revolucionado la educación legal. Los contenidos jurídicos no se encuentran confinados en las bibliotecas o en las aulas universitarias. Hoy, los contenidos jurídicos fluyen en los mares de conocimiento que son internet y las redes sociales. Este fenómeno de input- output provoca que las dificultades de antaño sean reemplazadas por nuevos obstáculos.
La ausencia de contenidos y la falta de disponibilidad de la información ha sido relevada por la sobreabundancia de contenidos disponibles en diversidad de formatos. Hasta hace unos pocos años, investigar exigía el esfuerzo físico de trasladarse a una biblioteca, identificar allí -a través del ahora inexistente sistema de fichas bibliográfico o hemerográficas- el material disponible, para posteriormente iniciar la labor de procesamiento de la información mediante la lectura de los libros o artículos seleccionados. Hoy, desde el móvil, esa labor puede realizarse en cuestión de segundos: doctrina, jurisprudencia, videos de capacitación legal, videos de audiencias, presentaciones o diapositivas y un largo etcétera, nos proporciona ingente y difícilmente digerible cantidades de información.
A diferencia de antes, hoy predominan los contenidos superficiales, inexactos e incluso falsos. La falsa ciencia es un problema que afecta el conocimiento jurídico, especialmente (pero no exclusivamente) en los estudiantes de pregrado, que inician su andar por el largo y sinuoso camino de nuestra disciplina, sin conocer aún el rumbo correcto y sin contar con las herramientas adecuadas para identificarlo.
En efecto, los estudiantes de pregrado, sobre todos los que aún cursan los primeros ciclos, son consumidores ávidos de información y recurren a formatos más amigables que los tradicionales manuales, tratados o cursos de iniciación que sugieren los docentes universitarios.
Estas breves anotaciones tienen un doble propósito. Por un lado, pretenden proponer algunas pautas de orientación que sirvan al estudiante para reconocer la utilidad (limitada) que tiene la información que proviene de los legal influencers e incentivarlos, de eso modo, a ir por más; y, por otro lado, buscamos formular ciertas recomendaciones a ser adoptadas por los creadores de contenidos a fin de que esa influencia que pueden tener sobre su público, sea, precisamente, una influencia positiva mediante la incorporación de estándares de calidad fundados el clave ética.
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