Artículo publicado en la editorial IJ Editores, desarrollado por Carolina Meza Mestanza
1. Algunos apuntes sobre la Inteligencia Artificial
La IA según un sector de la doctrina ha cumplido un centenar de años de existencia[2], por lo que, en el presente trabajo, sostenemos que, efectivamente, no es un concepto nuevo, si bien es un tema en boga dado los últimos avances en sotfware como LLM por empresas como Open Air Microsoft, inter alia[3].
Por otro lado, algunos autores precisan que la IA surge en el año 1921, año en el que Karek Apek utilizó el término “Robot” en su obra de teatro R.U.R., dicho término tiene su origen en la palabra “robota”, la misma que “proviene de la palabra checa Robota, que significa esclavo y Rosum, que significa razón, que en conjunción representan el concepto de «esclavos pensantes»”[4].
Años más tarde, en el año 1936, aún en el siglo XX, el padre de la computación moderna, Alan Turing, publica su investigación sobre los algoritmos, el mismo que se denominaba: “On computable numbers, with an application to the Entscheidungsproblem”, en la que inserta la idea de la “Máquina Universal”.
Luego, en el año 1950, fue creado el primer ordenador de red neuronal por Marvin Minsky y Dean Edmonds. En el mismo año, el matemático Alan Turing publicó el artículo “Computing Machinery and Intelligence” conocido como el “Test de Turing”[5], los mismos que forman las bases de la IA, visión y objetivos. El mencionado examen consiste en que una persona se comunica con una máquina y otra persona mediante un teclado y una pantalla, sin saber quién es quién. Si el mencionado individuo no puede determinar si está interactuando con un ser humano o con la máquina, se concluye que la máquina ha superado la prueba de Turing.
Tiempo después, en el año 1956, el término IA fue utilizado de forma literal por primera vez en la conferencia “Darthmouth Summer Research Project on Artificial Intelligence” de John McCarthy. Asimismo, en el año 1997 sucedió un hecho que pasaría a la historia, es así que en el mencionado año la IA Deep Blue de IBM (International Business Machines) ganó en ajedrez al entonces campeón mundial Gary Kasparov, siendo que fue una victoria histórica en la que por primera vez “una máquina pudo derrotar a un hombre”.
En el año 2008, Google tuvo grandes avances en reconocimiento de voz y ofreció dicha función en sus aplicaciones para smartphones (en español, celulares inteligentes).
Por otro lado, debemos mencionar que, en la actualidad, la inteligencia artificial es un tema en boga, sin embargo, no es un concepto nuevo, siendo que el término “inteligencia artificial” está siendo relacionado con aplicaciones como Chat GPT (perteneciente a las técnicas de Large Language Model, LLM). Sin embargo, si ahondamos en el concepto de lo que es la IA, podremos notar que de acuerdo a lo establecido en el diccionario de la Real Academia Española la “inteligencia artificial” se define como una “Disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”. Al respecto, debemos mencionar que de acuerdo a la definición de la Comisión Europea existen los siguientes tipos de IA[6]:
– Software: asistentes virtuales, software de análisis de imágenes, motores de búsqueda, sistemas de reconocimiento de voz y rostro.
– Inteligencia artificial integrada: robots, drones, vehículos autónomos, Internet de las Cosas (Intelligence of Things, por su sigla en inglés, IoT).
Ergo, en la doctrina aún es discutido el término de “inteligencia” que se le atribuye a estos sistemas de automatización, tal es el caso de la posición adoptada por el profesor de comprensión pública de la tecnología en la Open University, John Naughton, quien señala que “(…)uno de los temas en los que más insisto en mis cursos cuando hablo sobre machine learning: que la terminología «inteligencia artificial» o «AI» únicamente revela la ignorancia de quienes la utilizan, o su incapacidad, como enunció el bueno de Arthur C. Clarke en su Tercera Ley, para diferenciar una tecnología suficientemente avanzada de la magia. Habitualmente, suelo referirme al tema con una anécdota que convertí en generalización: utilizo siempre el término machine learning porque hace tiempo comprobé que cuando hablaba con algunos periodistas y surgía el término «inteligencia artificial»”, siendo que dicho autor interpreta al machine learning como aquellos procesos estadísticos avanzados.
Adicional a ello, también existen dos posiciones de la doctrina:
1. La que defiende el hecho de que la IA podría tomar decisiones propias, humanizadas, dado que muestra rápido aprendizaje.
2. ?Los que defienden que este modelo de sistematización, lo único que hace es repetir, es decir, automatizar, pero no decidir, sino que se ciñe a la configuración de algoritmos. En consecuencia, la IA está creada por un grupo de seres humanos quienes deciden la finalidad y estructura del algoritmo, siendo que este último es entendido como el conjunto de reglas predefinidas para dar solución a un problema.
Efectivamente, en base a la doctrina revisada, dado que estos programas son repetitivos y lo que hace es facilitar tiempo a las personas, a fin de que estas últimas puedan añadir valor a otras acciones. Y siendo que la IA actúa siguiendo las órdenes de algoritmos programados por sujetos (seres humanos, organizaciones, comercios, entre otros), en base a la finalidad de lo que programen dichas personas, pudiendo tener fines de incremento en el consumo, uso de redes sociales, posicionamiento de marca, entre otros. En consecuencia, es cuestionable que la programación de algoritmos en redes sociales (como Tik Tok, Instagram, Facebook, entre otros) pueda tener como finalidad la adicción de sus usuarios, a través de la generación de sustancias como adrenalina y dopamina[7].
Por otro lado, debemos mencionar que un tema muy ligado a la IA es la Protección de Datos Personales (PDP), siendo que el Reglamento General de Protección de Datos europeo define a los datos personales como “cualquier información relacionada con una persona identificada o identificable, también denominada » el interesado»[8]. Lo anterior, dado que como es por todos sabido, las automatizaciones utilizadas por la IA frecuentemente lindan con la altamente posible vulneración de datos personales.
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